Rodrigo Albuja Chaves
El resultado negativo a la consulta presentada por el presidente de la república obliga al gobierno a replantear su gestión. El pueblo le ha dado un mensaje de descontento y frustración; espera la oportuna atención a las necesidades fundamentales del país.
En la campaña presidencial, el candidato Guillermo Lasso realizó ofertas claramente contradictorias con su ideología favorable al neoliberalismo, que exige mayores sacrificios a los menos favorecidos. Ofreció lo que los pueblos empobrecidos desean escuchar: creación de empleo, mejores salarios, educación, salir de la pobreza. Ya en el poder, la gestión de la economía magnificó la importancia del control del déficit fiscal y la acumulación de recursos en la reserva, en detrimento de la inversión pública y de proyectos sociales, necesarios en esta época de crisis post covid.
La generación de empleo se ha quedado en la exhibición de cifras contradictorias; el sector productivo no se recupera y los resultados exitosos de determinados sectores, vistas sus apreciables utilidades, no corresponden en la misma proporción al crecimiento de la economía. La lucha contra la corrupción, la inseguridad y el narcotráfico navegan entre declaraciones desmentidas por la violencia, que ha transformado al país en uno de los más inseguros de la región.
En casi 2 años el gobierno no ha construido un proyecto con objetivos de beneficio para el país, y no demuestra el liderazgo que convoque a las fuerzas políticas para un pacto social por el Ecuador.
Los resultados de la consulta fueron previsibles porque el gobierno venía con una aceptación y credibilidad en picada.
Queda ahora un callejón sin salida. Un cambio de orientación del gobierno es inviable y no confiable, por su ideología neoliberal aplicada sin concesiones. Y las fuerzas políticas requieren de tiempo para recomponer sus estructuras, de cara a fortalecer sus opciones ante una eventual revocatoria o el llamado a la muerte cruzada.