El papa Francisco, de 88 años, enfrenta una delicada situación de salud que ha generado preocupación entre los fieles católicos a nivel global. Desde el 14 de febrero, el pontífice se encuentra hospitalizado en el Hospital Gemelli de Roma debido a una grave infección pulmonar que derivó en neumonía bilateral. En los últimos días, ha experimentado episodios de insuficiencia respiratoria aguda, lo que ha requerido intervenciones médicas urgentes, como la ventilación mecánica no invasiva, para estabilizar su condición. Aunque el papa permanece consciente, los médicos han descrito su estado como «complejo» y de cuidado.
La hospitalización de Francisco no solo ha despertado inquietudes sobre su bienestar, sino que también ha puesto en evidencia ciertos vacíos normativos dentro de la estructura de la Iglesia católica. Como máxima autoridad tanto religiosa como administrativa del Vaticano, su liderazgo es fundamental para el funcionamiento de la institución. Sin embargo, en su ausencia temporal, la Curia Romana, encabezada por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, ha asumido la responsabilidad de mantener operativas las actividades cotidianas.
Según Filipe Domingues, experto en asuntos vaticanos, los departamentos de la Santa Sede continúan funcionando con normalidad, ya que gran parte de las actividades ya estaban programadas, especialmente en el marco del Jubileo que se celebra este año. No obstante, hay decisiones que solo el papa puede tomar, como los nombramientos de obispos, la aprobación de canonizaciones y la emisión de mensajes semanales a los fieles. Estos últimos han sido publicados de manera limitada, dependiendo de la capacidad del pontífice para revisarlos.
En caso de que el papa no pueda ejercer sus funciones de manera prolongada, la Iglesia cuenta con mecanismos para mantener su operatividad, aunque con limitaciones. Parolin, descrito como una figura similar a un «primer ministro», supervisa los asuntos administrativos y diplomáticos, pero no puede suplir las decisiones exclusivas del pontífice. «Si el papa no está consciente, no habrá nuevos nombramientos. No existe un ‘vicepapa’, pero se pueden seguir ejecutando los proyectos ya establecidos», explica Domingues.
Mientras tanto, las celebraciones religiosas continúan. Por ejemplo, el arzobispo Rino Fisichella presidió recientemente la Misa Jubilar en la Basílica de San Pedro, un evento que originalmente estaría a cargo del papa. Aunque la estructura eclesiástica ha demostrado cierta resiliencia, la situación ha dejado al descubierto la necesidad de revisar y fortalecer los protocolos ante la ausencia prolongada del líder de la Iglesia, especialmente en un contexto donde su salud sigue siendo frágil.