De la incertidumbre política a la certidumbre empresarial

En democracia, la incertidumbre política se intensifica en cada proceso electoral, en el que las fuerzas políticas miden su capital social reflejado en los niveles de confianza y desconfianza ciudadana. Cada momento político genera un riesgo político que los sectores empresarial y financiero deben gestionar para estabilizar el sistema productivo y sostener su desempeño frente a los constantes giros políticos. Transitar entre la incertidumbre política y la certidumbre productiva exige confianza social.

La desconfianza social facilita al oportunismo político ganar espacios de poder sin fortalecer la gobernabilidad e institucionalidad del Estado. De acuerdo con la Encuesta sobre Confianza de la OCDE de 2021, “tres de cada cuatro ciudadanos de América Latina tienen poca o ninguna confianza en sus Gobiernos, y alrededor de un 80 % cree que la corrupción está extendida en las instituciones públicas”; por su parte, el BID, en su informe Confianza: la clave de la cohesión social y el crecimiento, señala que, “cuando la confianza está ausente, la sociedad y todos sus miembros sufren; la política es inestable, la calidad de las políticas públicas se deteriora, el crecimiento económico se desacelera, y la equidad social y el bienestar individual disminuyen”.

Por su parte, la confianza empresarial parte de una sólida gobernanza operativa, que facilita la creación de un ambiente de transparencia y rendición de cuentas necesario para fortalecer el sistema productivo a través de inversiones a largo plazo, de estabilidad financiera e integridad en los negocios y el mercado. Un sector empresarial confiable estimula la innovación, la competencia y la creación de mejores empleos; y al mismo tiempo, ejerce presión al Estado para eficientar el gasto público, prestar mejores servicios y responder a las demandas de los ciudadanos. La confianza social en el sector empresarial reduce su regulación excesiva, eliminando barreras o controles burocráticos que impactan en su competitividad y crecimiento económico.

Despolitizar la relación Estado-empresa permitiría construir una confianza empresarial libre del oportunismo político, que reduzca la incertidumbre social producida por la hostilidad política y la fragmentación ciudadana, e impulse la cooperación cívica a partir de una institucionalidad empresarial basada en estándares ambientales, sociales y de gobierno corporativo que garantizan legalidad, formalidad y transparencia necesarias para estimular inversiones sostenibles y responsables.

El sector empresarial, a través de sus gremios, tiene la responsabilidad de crear una red de confianza civil que fortalezca la autonomía productiva, que diversifique la estructura de producción e incremente su valor agregado para integrarse con nuevos mercados, que estimule la eficiencia operativa y genere empleos de calidad con enfoque de inclusión y equidad salarial.

La empresa debe velar por los intereses de la sociedad a través de una confianza mutua sostenible, que proteja al sistema productivo del riesgo político que genera la lucha por el poder, que lejos de ser una lucha propositiva es una lucha combativa.

Fuente: https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/de-la-incertidumbre-politica-a-la-certidumbre-empresarial-nota/

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